El Poeta Mario Benedetti tiene una frase que es muy cierta que dice “Si uno conociera lo que tiene, con tanta claridad como conoce lo que le falta”, es posible que muchas cosas y personas fueran diferentes, es posible que este mundo y quienes hacemos vida en él, lo concibiéramos con otro matiz, sin buscar lo que en realidad no se nos ha perdido. Asumir y aceptar lo que somos, es una tarea titánica, lamentablemente o nos enseñan o aprendemos al revés. En mi concepción, no podemos “tener” sin “ser”, porque de lo contrario lo que tienes te va a poseer.
Ahora bien, ¿sabemos lo que somos? ¿Sabemos lo que tenemos? ¿Lo valoramos realmente? ¿Nos valoramos?...
Observo y en ocasiones entristezco porque muchas veces somos ajenos a esto, con el tiempo entiendes que responderlas lleva su tiempo, tiene su complejidad y requiere de madurez, y una vez que poco a poco vas dilucidando las respuestas, descubres que en realidad todo radica en aprender a conocerse y descubrir que es lo que en realidad te hace feliz, cosa que resulta algo tan sencillo si tan solo nos enseñaran a utilizar el corazón como el timón de un barco, donde tu cerebro es el barco en sí.
Para mi, ser feliz es saber escuchar tu corazón y actuar en función a eso. No en vano es lo primero que se forma en el vientre materno, el lugar de donde todos venimos y en el momento que deja de latir termina todo.
Cuando un corazón empieza a latir hay una clara evidencia de vida, nuestro cerebro, es lo segundo en formarse y es una maravillosa evidencia de creación, le siguen los pulmones que es como la gasolina, que permite mover este sistema, que en su más exquisita concepción completa, es perfecto y el mejor ejemplo de eficiencia, eficacia, efectividad y trabajo en equipo.
Debemos despertar, entender y asumir que la felicidad se cultiva desde nosotros, de adentro hacia afuera. Que no tienes nada si no eres consciente que lo más importante es “ser”, no “tener”. Las posesiones sean afectivas o materiales están de paso en tu vida.
El llamado es a no olvidar que el mismo día que tu corazón deje de latir, dejas de vivir, así el resto de tus órganos este en perfectas condiciones y estés rodeado de todas tus posesiones y afectos.
Aunque es una premisa, estoy segura que no hará falta preguntarse qué tenemos y qué no, mejor aún, no buscaremos ese algo que no se perdió porque actuaremos en función a lo somos y lucharemos por aquello que nos hace feliz, escuchando nuestro corazón, y si eres feliz, significa que lo tienes todo, que vives!
Ensayo elaborado para la materia Motivación y Liderazgo con el profesor: Pedro Hernández
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